CAMPAÑA ADMIRABLE

PASO DE SIMON BOLIVAR POR MERIDA 

 
Y bueno,  hoy les traje un texto para recordar el paso de aquel gigante que soño con una america unida. en conmemoracion de su paso por nuestras tierras andinas.

El 14 de mayo dejó Cúcuta, después de haber ordenado la avanzada de su ejército de vanguardia. En horas de la mañana del 19 de mayo de 1813, después de ordenar los detalles de la campaña, salió de La Grita dejándola en las manos del brigadier Ricaurte, para llegar a la Villa de Bailadores.
En la mencionada villa fue recibido con algarabía y euforia al brigadierde la unión, causando además un imborrable impacto entre los moradores de Bailadores. En esta localidad se organizó un majestuoso baile en su honor en la casa de Don Antonio Belandria e, incluso, narran sobre sus amores con una de sus hermanas.

Luego de tan halagador recibimiento, se dispuso en abandonar Bailadores atravesando por Tovar (para la época era tan sólo un caserío), La Victoria, Estanques, Lagunillas, Ejido, La Punta, hasta llegar a la ciudad entrando por el Llano Grande, para luego tomar la calle real (hoy día Avenida 3 Independencia), atravesando así la ciudad de Santiago de los Caballeros de Mérida.

La cruenta guerra independentista dejó lecciones imborrables en el corazón del pueblo. Una de ellas fue el heroísmo demostrado por las mujeres venezolanas. La provincia de Mérida no se quedó atrás, pues con Anastasia nació la leyenda de “un trabucazo a tiempo”. Don Tulio Febres Cordero la describe como una mujer de recio temple, trabajadora, criada del convento de Santa Clara y que no sentía temor de profesarse seguidora de la causa patriota.

La noticia de las victorias de Bo lívar se hizo escuchar por toda la provincia. Ello hacía reventar de alegría a nuestra heroína, quien no veía el momento histórico de participar en la liberación de su ciudad, hasta la noche del 18 de abril de 1813, cuando la neblina cubría el ca mpamento de Correa
asentado en la Plaza Mayor (hoy Pl aza Bolívar); muy minuciosamente se acercó Anastasia y comenzó a percutar trabucazos y tocar redobles de tambor gritando ¡Viva la Patria!. La confusión y la desesperación de tiros perdidos reinaban en el lugar, los realistas imaginaron eran las tropas de Bolívar en avanzada. Fue entonces cuando Correa ordenó la re tirada – como ya era costumbre –, huyendo en dirección a Betijoque.

Bolívar en la Ciudad de los Caballeros

El 23 de mayo de 1813 entró triunfal el brigadier Bolívar a la ciudad de Mérida. Para entonces había sido de signado como gobernador al primer Presidente de Venezuela, Dr. Cristóbal Mendoza18 , con la tarea de organizar a tan heroica provincia, con la protección del Congreso de la Nueva Granada y en nombre de la República de Venezuela, tal como lo expuso él mismo en una carta dirigida al Poder Ejecutivo de la Unión el 30 de abril de 1813. (O’Leary,
D. F., 1981; 199-200) El Libertador conocía de antemano la acción valientemente ejecutada por Anastasia, como también el heroísmo del español Vicente Campo Elías (Gobernador Militar de Mérida), quien se sentía tan venezolano como cualquier otro patriota.

Los merideños han recordado este día gracias al famoso relato que hace el Dr. Tulio Febres Cordero:

En una hermosa mañana de mayo el mes de las flores por excelencia, la ciudad melancólica se alegra, sus desiertas calles se llenan de gente, las campanas se echan al vuelo, y en los balcones y ventanas de sus casas semiarábigas, brillan ardientes y seductores entre dulces sonrisas, los negros ojos de recadas doncellas, que esperan anhelantes el desfile de la vistosa comitiva, donde viene el guerrero afortunado, el caballero de la torre de plata y de la celeste espada.

– Es Bolívar que llega.

En la casa Consistorial lo reciben en asamblea pública, los patricios, los togados y los sacerdotes, revestidos de imponente gravedad y con los corazones henchidos de gratitud y simpatía.

– Permitidme señores – le dice Bolívar al iniciar su breve y elocuente discurso – expresaros los sentimientos de júbilo que experimenta mi corazón al verme rodeado de tan esclarecido y virtuosos ciudadanos, los que formáis la representación popular de esta patriota ciudad, que por sus propios esfuerzos ha tenido la dicha de arrojar de su seno a los tiranos que la oprimían.

Y entonces el más anciano le contesta, terminando con estas palabras proféticas: 
 
– ¡Gloria al Ejército Libertador y Gloria a Venezuela que dio el ser a vos, ciudadano General! Que vuestra mano incansable siga victoriosa destrozando cadenas; que vuestra presencia sea el terror de los tiranos y que toda Colombia diga un día Bolívar vengó nuestros agravios.

Así habló el viejo Rivas, padre de Rivas Dávila, y en seguida aquella asamblea de próceres y todo el pueblo, agolpado frente a la casa Consistorial, gritaron a una: “¡Viva Bolívar! ¡Viva el Libertador!”,
quedando así ungido con este sobrenombre el futuro fundador de cinco naciones soberanas. (Febres Cordero, T., 1991: 14-15.)

En su discurso a los merideños, El Libertador denotó algo que tal vez sería la génesis de su futuro Decreto de Guerra a Muerte, cuando finaliza diciendo: Tengo la honra de poner en vuestras manos el título de mi comisión, que como veréis no tiene otro objeto que amparar al americano y exterminar al español; destruir el gobierno intruso y reponer el legítimo; y en fin, dar la libertad a la República de Venezuela. (O’Leary, D. F., 1981: 240)
La ciudad de Mérida no solamente contribuyó a la causa patriota con aclamar por primera vez a Bo lívar como El Libertador19 sino también, muy a pesar de ser saqueada por los realista s y de haber sufrido los embates del terremoto de 1812, ofreció treinta mil pesos en oro; además, el canónigo Francisco Antonio Uzcátegui Dávila donó cañones, ollas para la comida y pólvora. Por su parte, doña María Simona Corredor obsequi ó una casa de su propiedad, la cual fue la primera adqui sición inmueble de la patria libre
(ubicada al frente del Convento de los Franciscanos). María de Jesús Navas, la madre que entrega a su hijo como soldado de la libertad, ayudándolo a sostener un fusil puesto que estaba malogrado de un brazo. La hermana del canónigo Uzcátegui, María Ignaci a Uzcátegui, que regala un cañón grabado con su
nombre para que la metralla hiciera por e lla lo que las fuerzas femeninas no le permitían.

Así también se alistaron de forma voluntaria 500 hombres adiestrados por los españoles Campo Elías y Francisco Ponce, quienes estructuran un ejército que hasta entonces tenían acentos guerrilleros. Es la briosa juventud merideña, apenas niños que “haciendo prodigios”, así como decía El Libertador, riegan sangre y nombres por los caminos de las hazañas. Aquel batallón merideño de 1813 no fue una recluta de anónimos mozos parameros, de labradores y de indios mucuchiceros, obligados a cambiar el arado por el fusil y la lanza. Allí se enrolaron junto al pueblo sin nombre, los más preclaros apellidos merideños como los Rivas, Dá vilas, Picones, Rangeles, Paredes, Talaveras, Arias, Parras, Guerreros, Marquinas, Maldonados, Briceños, Uzcáteguis, Nucetes, Pachecos, Fernández, Quinteros, y tantos otros ilustres lugareños. Cabe destacar que entre estos hombres figuró Luis María Rivas Dávila, joven merideño quien pasó a la inmortalidad en el campo de batalla y su nombre descolló vigoroso en los clarines de gloria de la patria. (Castillo, L., 1981: 20-21)

Debemos entender que los merideños, después de escuchar tales proclamas cargadas del más intenso pa triotismo, desbordaron sus emociones hacia Bolívar y pudo ser, bajo la euforia reinante, gritaban el apodo el cual poco después se convirtió en el título dado hasta la posteridad. Sólo contaremos como prueba de este hecho la hermosa tradición de este noble pueblo, también acompañada por sus paisanos de Baila dores, donde aún afirman fue en su pueblo donde se le apodó por primera vez como Libertador.
Gabriel Picón Febres, en su libro El apellido Picón en Venezuela, publicado en 1922, afirma que su pa riente Don Antonio Ignacio Rodríguez

Picón20 , fue testigo presencial de este acont ecimiento, y en su diario personal apuntó: “el 25 mayo de 1813, he presenta do y entregado mis hijos Francisco, Jaime y Gabriel al General Bolívar, aclamado Libertador por este pueblo”. Así pues, con suma elocuencia lo expresa éste ilustre hombre de la tierra serrana. Por otro lado, Lucas Guillermo Castillo Lara (1981), citando a Tulio Febres Cordero, afirma en sus investigaciones en el Archivo de Historia y Variedades, tomo II, pág.285 de Bogotá 1960, en la frase de Don Tulio Febres Cordero, aquella Asamblea de Próceres y todo el pueblo agolpado en la Plaza frente a la Casa Consistorial, gritó “Viva Bolívar” . “Viva el Libertador”, quedando así
ungido con este sobrenombre el futuro fundador de cinco naciones soberanas. Ahora bien permitiéndome especular pien so en la posibilidad de un Bolívar mesurado, no encandilado por las victorias obtenidas, dispuesto a alcanzar la victoria sobre Caracas para así entonces celebrar con creces el triunfo final de la campaña Libertadora, así como su calificativo de Libertador, para reseñarlo en los documentos oficiales.

A pesar de los múltiples banquetes, bailes y regalos, los días en Mérida le sirvieron a Bolívar para planificar muy cuidadosamente los próximos movimientos a dar. Una vez estudiada la geografía a recorrer a su paso junto a sus oficiales, decidió ponerse en marcha lo más rápido posible flanqueando la ruta hacia Trujillo, Guanare y Barinas, para así diezmar al enemigo acantonado en el occidente.

El Libertador, desde la Provincia de Mérida, le escribió una carta al Presidente de la Unión el 24 de mayo de 1813, donde le manifestaba su satisfacción por haber entrado a esta provincia, la cual le dio una grata bienvenida. En ella, explica también que las tropas se encontraban muy animadas, gracias a las noticias llegadas del interior del país, donde manifiestan el agotamiento de las tropas realista s, los importantes triunfos patriotas concretados en Valencia y Puerto Cabello; pero lo más importante de todo fueron las operaciones llevadas a cabo en Cumaná por un grupo de patriotas decididos a expulsar al opr esor de sus tierras. (O’Leary, D. F., 1981: 234-235)
En conclusión, esta fue una excelente oportunidad para el ejército Libertador de abrirse camino hacia Caracas, tenien do en cuenta que las tropas españolas podrían recibir apoyo en cualquier momento de la metrópoli.

El factor sorpresa muy utilizado por los patriotas fue la pieza clave del éxito de las maniobras a ejecutar contra el enemigo. El pr incipal objetivo fue evitar el reagrupamiento de las tropas de Tiscar, pues resultaría muy peligroso si recibiese apoyo desde San Carlos o Valencia. Bolívar decidió abrir campaña
por el camino de Guanare y no por el de los Castellanos, el primero le ofrecía mayor espacio en la maniobralidad para destruir al adversario.
En cumplimiento del plan del Libertador, salió de Mérida la vanguardia a base de 488 hombres, bajo el mando de Girardot, dividido en dos columnas: una con los capitanes Maza, José María Ricaurte y Yépez en la dirección Mucuchíes – Motatán – Betijoque, tenía la misión de destruir los restos de las fuerzas de Correa; la otra columna comandada por el Capitán D’Eleuyar, tenía como misión la de limpiar la región de Niquitao y luego reunirse con la primera en Motatán para marchar juntas sobre Trujillo.

Estas columnas cumplieron brillantemente su cometido y el 10 de junio entran en Trujillo, fecha que Bolívar salía de Mérida para llegar a Trujillo el 14. (Autores y temas Merideños, 1965: 119-120)
Luego de estos notorios acontecimientos el territorio merideño fue teatro de guerra de varios encuen tros entre patriotas y rea listas durante este periodo, de los cuales podemos destacar el de Mucuchachí, en el sitio conocido como “El Ataque” el 30 de noviembre de 1813, entre las tropas realistas, destacadas en Bailadores, por el Jefe Contreras para invadir a Mérida; pero la rápida acción del Presbítero José Luis Ovalle, gran patriota y cura de El Morro, logró hacerse con la victoria gracias a la actuación decidida de sus feligreses. El 5 de diciembre de 1813 el poblado de Lagunillas fue el escenario de otra cruenta refriega entre el mismo capitán realista Contreras y las tropas del imbatible
coronel Juan Antonio Paredes, propinándole así una segunda derrota en suelo
merideño.

En medio del torbellino revolucionario, Mérida no tu vo descanso. En Estanques se escenificó un a terrible batalla, desde el 16 al 18 de febrero de 1814, cuando se enfrentaron los realistas al mando de los capitanes Matute y José María Sánchez con las fuerzas patriotas comandadas por el coronel Juan Antonio Paredes, acompañado de los impertérritos oficiales Páez y Rangel, obteniendo de nuevo el triunfo los republicanos. Más tarde, en el sitio conocido como El Portachuelo, tuvo lugar el célebre combate entre Páez y Sánchez, quedando éste último muerto en el campo de batalla.
Estos célebres triunfos se dieron en nuestras tierras andinas hasta el 17 de septiembre de 1814. Sin embargo, en las zonas altas de Mucuchíes se enfrentaron los ejércitos de los generales Calzada y Urdaneta, quedando el triunfo esta vez en manos de los realistas. (Febres Cordero, Hojas Sueltas, f. 422.) Considero de gran importancia relatar la acción sostenida por Páez y donde muere Sánchez, este hecho no s permitirá concebir la idea del entusiasmo, gallardía y valentía con que estaban ceñidos nuestros próceres, abriéndonos paso, para lograr entender mejor sus caracteres durante el desarrollo de la gesta emancipadora

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